En los orígenes
del pensamiento taoísta, tal como hoy se conoce, está el texto del Tao-TeChing.
La tradición menciona como autor suyo a Lao Tzu («maestro Lao»), que habría
sido contemporáneo de Confucio (siglo VI a.C.). La existencia de Lao Tzu como
uno de los primeros maestros del taoísmo es admitida generalmente por los
historiadores modernos, aunque el texto del Tao-TeChing no encontró
probablemente su redacción final hasta finales del siglo IV. Este pequeño
libro, de poco más de 5.000 caracteres, se presenta como un manual para gobernantes
y de manera sumamente concisa expone los principios del Tao. El otro texto
fundador del taoísmo es el Chuang-tzu, llamado así por el nombre de su autor,
el maestro Chuang (siglo IV-III a.C.).
Entre los principios básicos del Taoísmo
destacan:
- El respeto y custodia de la Gran Naturaleza.
- La No violencia como objetivo.
- La serenidad y armonía como
método.
- El desarrollo interior y
espiritual del hombre.
- El desarrollo de una
existencia con vitalidad y plenitud.
Adentrados en el Tao sexual más
propiamente, ya desde hace más de 3000 años los orientales observaron que era
posible separar el orgasmo de la eyaculación, y consecuentemente, alcanzar
múltiples orgasmos.
La sexualidad taoísta, conocida también
como Kung fu sexual (práctica sexual) comenzó como una rama
de la medicina china. Los antiguos sabios taoístas eran médicos, y se
preocupaban del mismo modo tanto por
físico y mental como del goce y satisfacción sexual. El kung fu sexual
ayuda al hombre a aumentar sustancialmente sus niveles de energía, y con ello,
su vigorosidad y longevidad, evitando así el cansancio, desgaste y posterior
apatía que acompaña a la eyaculación masculina.
En posteriores post se publicarán los
ejercicios y medios para poder disociar el orgasmo de la eyaculación, y con
ello, alcanzar la tan ansiada multiorgasmia masculina.